Redacción. Madrid
La insuficiencia cardiaca es una enfermedad grave que afecta a 14 millones de personas en Europa, una cifra que podría aumentar hasta los 30 millones en el año 2020. Los expertos han destacado que los DAI/CRT-D “salvan vidas”, por ejemplo, mediante la prevención de la muerte súbita cardiaca. También mejoran la calidad de vida y la capacidad de ejercicio, puesto que reducen síntomas, y mejoran la calidad de vida. Los avances tecnológicos están contribuyendo a prolongar las vidas de los pacientes. Así, en la actualidad los dispositivos duran más tiempo y, por tanto, es menor la frecuencia con que es necesario sustituirlos. Por otra parte, se reduce el riesgo de las complicaciones asociadas a los implantes repetidos, y se contribuye a reducir los costes y a mejorar los resultados para los pacientes.
La insuficiencia cardiaca está asociada a ingresos hospitalarios frecuentes.
El coste de su tratamiento representa el 1-2 por ciento del presupuesto sanitario
total de cada país, principalmente por los ingresos hospitalarios (70 por ciento).
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La insuficiencia cardiaca está asociada a ingresos hospitalarios frecuentes, lo que supone una carga importante para los profesionales sanitarios. El coste del tratamiento de la insuficiencia cardiaca es enorme y representa un 1-2 por ciento del presupuesto sanitario total de cada país, principalmente debido a los ingresos hospitalarios (67-75 por ciento).
Asimismo, los especialistas han indicado que la insuficiencia cardiaca tiene “mal pronóstico”, puesto que un 30-40 por ciento de los pacientes diagnosticados con esta enfermedad fallece en el plazo de un año, si bien a partir de entonces, la mortalidad desciende a menos de un 10 por ciento al año. El índice de supervivencia a los cinco años entre los pacientes con insuficiencia cardiaca es del 50 por ciento. Este índice es peor que el de la supervivencia a cinco años de todos los cánceres combinados. Normalmente, la enfermedad continúa empeorando; la potencia y la coordinación del bombeo se deterioran más, y se desarrollan anomalías en el ritmo cardiaco potencialmente mortales. Por término medio, aproximadamente el 50 por ciento de los pacientes con insuficiencia cardiaca fallece como consecuencia de un episodio de muerte súbita causada, a menudo, por una fibrilación ventricular o un paro cardiaco que provocan la pérdida total de la capacidad de bombeo del corazón. El trasplante de corazón es una opción de último recurso de la que solo se beneficia un número muy limitado de pacientes, ya que los donantes de órganos son sumamente escasos.
Los fármacos, la cirugía y los cambios en el estilo de vida son capaces de prolongar la supervivencia y también de mejorar la calidad de vida. Dado que los pacientes viven durante más tiempo, es importante proporcionar tratamientos que el paciente pueda seguir con facilidad, puesto que esto mejora también los resultados relacionados con la salud. Por ejemplo, la CRT reduce la tasa de hospitalización hasta un 75 por ciento. Además de salvar vidas, la CRT alivia síntomas como la fatiga y la sensación de ahogo. Un problema importante es la longevidad, por lo que aquellos dispositivos que no necesitan ser sustituidos con tanta frecuencia reducen el riesgo de complicaciones, mantienen los costes bajos y posibilitan monitorizar de forma continua el ritmo cardiaco, entre otros beneficios.
En España se implantan 38 dispositivos de CRT por millón de habitantes, frente
a los 155 de Alemania o los 170 de Italia.
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Confirmación del diagnóstico
Para confirmar el diagnóstico son necesarias varias pruebas, como radiografías, electrocardiograma (ECG), angiografía, exploraciones físicas, pruebas de esfuerzo (ergómetro y prueba de consumo de oxígeno) y ecocardiograma. Según las directrices de la Sociedad Europea de Cardiología, la prueba más útil para diagnosticar la insuficiencia cardiaca es el ecocardiograma. Este método utiliza ondas de ultrasonido para obtener imágenes del corazón y medir su tamaño y fracción de eyección (FE: volumen de sangre que bombea el corazón en cada latido), determinando así la fuerza y el rendimiento del bombeo cardiaco.
Opciones terapéuticas
Si bien la insuficiencia cardiaca no tiene cura, su tratamiento mejora tanto la esperanza como la calidad de vida de los pacientes. Con frecuencia, este tratamiento combina el uso de fármacos con modificaciones del estilo de vida y, a veces, cirugía para reparar el corazón e insertar un dispositivo. A todos los pacientes con insuficiencia cardiaca se les recomienda reducir el contenido de grasa y sodio de la dieta. También suele ser aconsejable tomar alimentos ricos en potasio y realizar ejercicio ligero. En cuanto al tratamiento farmacológico, comprende los inhibidores de la ECA, los betabloqueantes, la digoxina y los diuréticos, a menudo utilizados en combinación.
Intervenciones quirúrgicas
Se debe recurrir a la cirugía cuando puede corregirse el problema causante de la insuficiencia cardiaca, como por ejemplo, si se debe a un defecto de las válvulas, o cuando la insuficiencia es tan grave que es necesario realizar un trasplante. En España se han realizado 237 trasplantes cardiacos en 2011; esta cifra es cada vez menor por la mejoría de los tratamientos, la implantación de dispositivos y el menor número de donantes, por lo que el trasplante no es una opcion mayoritaria ni factible para muchos millones de europeos con insuficiencia cardiaca.
Dispositivos implantables
También se utiliza la cirugía para implantar dispositivos que mejoran la función y el ritmo cardíacos, como los desfibriladores, que producen una descarga eléctrica en el corazón cuando detectan un ritmo anormal. Los desfibriladores ofrecen una protección eficaz contra la muerte súbita cardiaca, pero no solventan por sí solos otros síntomas de la insuficiencia cardiaca. Otra opción es el dispositivo de asistencia ventricular izquierda, que consiste en el implante quirúrgico de un mecanismo de bombeo mecánico que mantiene la capacidad de bombeo del corazón cuando este es incapaz de realizar adecuadamente su función por sí solo.
La terapia de resincronización cardiaca (CRT) es un tipo de tratamiento de reciente aparición, que ejerce una estimulación eléctrica permanente en ambos lados del corazón, con lo cual se resincroniza y fortalece el bombeo. Los marcapasos tradicionales solo estimulan el lado derecho del corazón, de modo que actúan solamente sobre la frecuencia cardiaca, sin ejercer ningún efecto sobre la eficiencia del bombeo. El uso de la CRT en personas con insuficiencia cardiaca avanzada que ya reciben un tratamiento farmacológico óptimo reduce significativamente el riesgo de muerte y hospitalización.
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